Una primavera de más o una
primavera de menos. Dejando de contar se levantó del sofá con aire descabalado,
como si sus piezas hubieran perdido el raíl, y sus motores los frenos.
Extrañamente ausente y reconocida en ese paso galopante y deseoso aterrizó en
su memoria. Como si fuera presente. Una primavera de más o una primavera de
menos. Se descubrió soñando, otra vez, parada y en silencio. Dejó de contar y
apagó la luz del trastero de sus luciérnagas, sin nostalgia, con vehemencia.
Observando el nuevo panorama no pudo por más que perseguir a la mosca que
atravesaba su salón de lado a lado y sin cordura, y abrió las ventanas, y cerró
los ojos. Ya no la vio. Una primavera de más o una primavera de menos.
Dejó de contar para observar después su reflejo en el cristal de esa mesa vacía
y repleta, absurda y sincera. Se miró largo rato esperando a la sombra que no
llegaría. Cayó de su tiempo, cayó de su espacio. Y no quedó nada. Ni
primaveras, ni moscas, ni alientos. Ninguna certeza, ningún sendero, ninguna
derrota.
Dejó de contar...
No hay comentarios:
Publicar un comentario